Por: Dra. Myrna Cunningham, Presidenta del Consejo Directivo del FILAC
«Se llevaron el oro en baldes y sacos. No pensaron en la niñez, ni les importó nadie»
Soy de Waspam, una pequeña comunidad ubicada en las márgenes del mítico y hermoso Rio Wangki, protegido por el espíritu de Liwa, en donde están ubicadas 115 comunidades Miskitu y Mayangnas. Después de ser colonia inglesa, pasamos en 1894 a ser nicaragüenses. Cuando nací, éramos ya una zona de monocultivo bananero y base de operaciones madereras y mineras. Como nos recuerda una anciana, “cuando llegaron las corporaciones, la tierra del Wangki era rica en oro. Se llevaron el oro en baldes y sacos. No pensaron en la niñez, ni les importo nadie.”
En 1960, como resultado de una sentencia de la Corte Internacional de Justicia nuestras comunidades fueron divididas entre Honduras y Nicaragua. Con la guerra de agresión contra Nicaragua en los años 80, nuevamente nuestras comunidades fueron afectadas y desplazadas. Para conquistar la paz, las mujeres se organizaron en Comisiones de paz y autonomía, promovieron la consulta, discusión y aprobación de la Ley de autonomía de comunidades indígenas, afro descendientes y étnicas, vigente en Nicaragua; acuerdos de paz, el retorno de las comunidades a su tierra de origen y, el inicio un largo proceso de pacificación.
Sin embargo, la guerra, la agudización de la degradación ambiental, el impacto cada vez más severo del cambio climático y el avance de la frontera agrícola, había contribuido a la ruptura de las relaciones espirituales, culturales y sociales comunitarias que habían ayudado en el pasado a responder a las crisis. Los valores comunitarios se habían deteriorado. Y, una de las expresiones de esa grave situación, era el aumento de los casos de violencia contra las mujeres y niñas en las comunidades. Hoy, quiero compartir como las mujeres del Wangki, confrontan la violencia.

Las mujeres comprendieron que, para enfrentar la situación, tenían que actuar juntas, tal como lo señala una de las abuelas al recordar el inicio del proceso: “la Madre Tierra nos estaba mandando señales. Estábamos afectando el futuro de las siguientes generaciones. Había que cambiar prácticas y actitudes para no caer en desgracia”. Así surgió la Organización de mujeres indígenas, “Wangki Tangni Mairin ASLA Takanka Ta UPLA”, integrada por mujeres de las 115 comunidades, articuladas en los siete Gobiernos Territoriales Indígenas.
Haciendo uso de su fuerza y autoridad moral colectiva, convocaron en 2008 al resto de sectores al Primer Foro de Mujeres Indígenas del Wangki contra la violencia y, lo han hecho desde entonces, todos los años, del 4 al 7 de octubre, en solidaridad con las hermanas indígenas asesinadas en Canadá, transformando el Foro en una instancia que reúne a más de 1,000 mujeres de todas las comunidades, representativas de diversos sectores para dialogar entre si y con las autoridades territoriales, municipales, regionales y del gobierno nacional. Como ellas mismas han dicho, “promovemos desde el foro los cambios que debemos hacer, desde nuestras fortalezas y conocimientos, y nosotras, las abuelas, sabemos que somos las principales portadoras y transmisoras de los conocimientos que pueden ayudar a enfrentar los problemas en nuestras comunidades.”

Las acciones que han llevado a cabo se han enmarcado en la Ley de Autonomía de Comunidades indígenas (Ley 28), que forma parte del proceso de restitución de derechos históricos amparados en la Constitución Política de Nicaragua y la Ley del Régimen de Propiedad de tierras colectivas en las Regiones Autónomas y los Ríos Bocay e Indio Maíz. (Ley 445). Han organizado las actividades bajo una serie de estrategias.
Las primeras actividades buscan fortalecer y visibilizar el poder de las mujeres, confiando en ellas como sujetas de derechos individuales y colectivos, capaces de organizarse, proponer y negociar soluciones dentro y fuera de sus comunidades, superando diferencias para articularse a nivel territorial y municipal para demandar y promover cambios con una sola voz. Han logrado con ello comenzar a asumir cargos tradicionalmente masculinos y de elección popular tanto en la Alcaldía Municipal, Gobiernos Territoriales Indígenas y Consejo Regional Autónomo. Conciben el empoderamiento con un enfoque integral, complementando actividades organizativas políticas, sociales y económicas. Ahora cuentan con grupos de mujeres productoras que participan periódicamente en Feria de producción y alimentos tradicionales y otros eventos.

Otro grupo de actividades consisten en promover la “seguridad de niñas y mujeres”, como un compromiso de toda la comunidad- crear Comunidades Seguras–Albergues sin paredes– en donde cada autoridad comunitaria y persona asume su función de protección y defensa de los derechos de las mujeres y niñas. Han suscrito para ello acuerdos “escritos” con las autoridades comunitarias- Wihtas-, con la Policía Nacional, el Tribunal de Justicia Regional. Un aspecto central de esta estrategia, ha sido la valoración y la aplicación de los derechos de las mujeres y niñas en el sistema de administración de justicia comunitario, conocido como Tala Mana a la luz de estándares internacionales de derechos humanos de las mujeres.
La tercera línea de acción, ha sido colocar en la agenda municipal, regional y nacional, la propuesta de enfrentamiento a las violencias, desde la visión de las mujeres indígenas. Como resultado, el Consejo Regional Autónomo ha aprobado una Resolución para la implementación del modelo de atención integral de acuerdo con la Ley 779 en las comunidades indígenas; la suscripción de acuerdos de colaboración entre ellas y el Tribunal de Apelaciones de la Corte Suprema de Justicia para la aplicación del pluralismo jurídico y la coordinación entre jueces y Wihtas comunitarios. En conjunto han definido la ruta de acceso a justicia para las mujeres y niñas del Wangki. También la Procuraduría de Derechos Humanos y la Comisaría de la Mujer de la Policía Nacional participan en las actividades que promueven para la institucionalización de la agenda de lucha contra las violencias en el Wangki.
El nivel de conocimiento e involucramiento de las mujeres en las comunidades es fundamental para promover su agenda: para ello han formado una red de más de 200 promotoras de los derechos de las mujeres, de las cuales 90 trabajan en los barrios de Waspam y el resto en las comunidades, actualizan periódicamente la línea base sobre la situación de violencia en las comunidades de forma participativa y han instalado una Radioemisora comunitaria, “la Voz de las Mujeres del Wangki”, a través de las cual comparten diariamente informaciones, capacitaciones, entre otras actividades.
Para las mujeres del Wangki, solo se puede salvar al Rio y a sus habitantes, compartiendo sus pensamientos, palabras, propuestas y planes para que se adopten medidas en todos los niveles, recuperando la solidaridad entre las familias, el respeto a las normas comunitarias y la transmisión de los valores a las nuevas generaciones, para cambiar las practicas culturales y productivas. Como dice una de las abuelas, “con la organización de mujeres, nuestra familia es mas grande, ahora todas forman parte de mi familia, ahora nos ayudamos y preservaremos nuestros valores, porque no queremos dejar de ser Miskitus”.